Es cierto que vivir desgasta, pero ¿qué pasa cuando no queremos que el tiempo se note en el cuerpo? A partir de los 45 o 50 años las mujeres no ocultan el paso por el bisturí.
El tema es que la tentación por pasar por el quirófano se ha extendido... para abajo. Casi un 80% de las consultas en los consultorios de los cirujanos plásticos son de mujeres menores de 30 años. Ellas también quieren disimular, cambiar o mejorar alguna parte de la anatomía que les genera un conflicto interno, de autoestima. En muchos casos, más que el tiempo lo que pretenden es disimular un defecto físico heredado.
Arrancan a los 15 años haciéndose las lolas o cambiando la fisonomía de la nariz. También se animan a la liposucción en el abdomen, a reducir la papada, a corregir el contorno de las orejas o hasta quitarse las famosas "bolas de billar" de los cachetes.
"Las cirugías son para retrasar el tiempo o para corregir algún defecto anatómico. Quizás este último caso se ajuste más a lo que sucede en las mujeres menores de 30 años", explica Juan Luna Pastore, cirujano especializado en rostro.
Según precisó, en su consultorio el 80% de las consultas corresponden a esta franja etaria. Por lo general, durante las primeras consultas sale el tema de la autoestima, de sentir que no están dentro de los que ellas consideran bello, estético o normal. "A veces, hasta sienten que no encajan en su propia familia, porque nadie tiene esa nariz", comentó el especialista.
Muchas veces también le toca marcar límites. "Tengo que asesorar; si veo que no hace falta la operación tengo que decirles que no", agrega. Luna Pastore atribuye esto a una patología llamada dismorfia corporal, algo así como una obsesión por el cuerpo. Por culpa de esta obsesión muchas veces se ven en el espejo defectos que no existen.
"Por lo general, siempre tendemos a ver el defecto. Si nos sacan una foto decimos ?mirá la nariz o se me notan las bolsas?", ejemplifica el especialista.
El rostro no es la única parte del cuerpo que preocupa a las más jovencitas. "Las lolas y la liposucción son las operaciones que más se dan entre los 15 y 20 años, porque es la etapa del coqueteo", comenta Miguel Villanueva, cirujano plástico.
Unos años antes es frecuente la operación para corregir la forma de las orejas. "Especialmente en chicos en edad escolar porque los compañeros los cargan y les dicen orejudos", agregó.
Entre las chicas, el modelo de la mujer con lolas grandes se ha impuesto tanto que si llegan a cierta edad y no han desarrollado un busto de 90 cm o más, corren al cirujano. "Llegan a la consulta y muchas veces piden más tamaño de lo que se les puede poner por su contextura física. Yo les ofrezco una prótesis de 370cm cúbicos, pero si por ellas fuera se pondrían de 500", indica Villanueva. En esto casos la prioridad es la armonía y las posibilidades que dan la piel y la contextura. Por lo tanto, el tamaño debe ser acorde con el cuerpo. De todas maneras una prótesis de 300cm equivale a un 95 o 100 en la medida del corpiño, según la altura de la persona. Nada mal.
En ambos casos, los especialistas señalan que el tipo de piel tiene mucho que ver con la aparición de arrugas. Hay pieles que tienen tendencia a marcar más las líneas de expresión o los surcos. Mucho de esto también está relacionado con los hábitos alimenticios y con el cigarrillo. "La nicotina es veneno para la piel", asegura Villanueva.
Rellenar, corregir o aumentar antes de los 30 para muchas mujeres es el pasaporte a ese grupo del que no se sienten parte. Pero muchas veces se trata de un problema de autoestima al que más vale buscarle solución en el sillón del psicólogo.